Por: @kpdelahoz
En febrero pasado fui seleccionada para participar en el programa A Digital Path to Entrepreneurship and Innovation for Latin America, una iniciativa de ICFJ y el Departamento de Estado que busca que los seleccionados aprendan a crear modelos de medios de comunicación aprovechando el poder de las herramientas digitales para generar ingresos sostenibles.
El programa incluyó una semana de entrenamiento en Washington D.C. con visitas a medios y charlas relacionados con emprendimiento e innovación, y una pasantía de 4 semanas en una sala de redacción para que cada becario explorara un tema de su interés.
Mi experiencia académica fue excepcional, tal vez otro día les hable de ella, hoy quiero compartirles mi experiencia personal:
La beca fue una oportunidad para probarme que podía, repetidamente, sacar lo mejor de cada día. La primera semana me prometí aprovechar la experiencia al máximo; eso significó hablar con muchos desconocidos y mandar muchos, muchos, correos y mensajes por LinkedIn y Whatsapp para concretar entrevistas y visitas con medios y periodistas que están trabajando en los mismos temas que me interesan; cada vez que no se abría una puerta, tocaba dos más; cada vez que se abría una, me dedicaba por completo a ese encuentro, reunión, visita y lo aprovechaba al máximo.
Cuando me ganó la tristeza porque las cosas no salían como quería, busqué a mis amigos, me dejé ayudar y seguí adelante. Aprender a pedir ayuda y a dejarme ayudar fue un tema sobre el que reflexioné varias veces durante la beca. Inesperadamente, vivir 4 semanas sin plan de datos me dio algunas lecciones en ese sentido.
Cuando te pierdes, y no tienes Google Maps, necesitas pedir ayuda. Tener la disposición para dejarte ayudar (lo cuál no siempre es fácil) es solo el primer paso, luego sigue: seleccionar a algún humano que te genere confianza y entender que te puede dar indicaciones o decidir no hacerlo; calmarte para entender las indicaciones que te da (para eso debes silenciar las voces al interior de tu cabeza que te dicen que lo debiste hacer de otra manera o que siempre serás malo con las direcciones), y finalmente debes activar tu buen juicio y actuar. Esto es tan cierto para encontrar una librería como para navegar la vida. También puedes decidir no pedir ayuda… y alargar el tiempo que te toma llegar a tu siguiente parada.
La beca también fue una oportunidad para hacerme preguntas difíciles… para las que sigo buscando respuesta. Descubrí nuevos autores, probé nuevos sabores y aprendí sobre otras culturas. Visité museos (y tiendas de museos), iglesias, parques, bares, restaurantes; viajé en avión, metro, bus, tren (y descubrí que los scutter no son para mí); caminé sin rumbo, hice toures guiados, canté en un karaoke, me monté en un carrusel, y sobreviví al mal café. Descubrí algo que tal vez he sabido desde siempre, pero que ahora puedo expresar en una frase: aprender me hace feliz.